martes, 22 de febrero de 2011

Yo salto obstáculos no, ellos me empujan

(Hoy debería haber escrito un post con el título Sexo, mentiras, bombos y bolsas de plástico. El por qué es una historia truculenta que no debería contar. De cualquier forma, accidentalmente, algo se ha colado en mi cabecita, y no sé si lo voy a poder sacar)

Me empujan porque cuando tengo un problema me lo solucionan, me dan opciones. Y son todos. Les quiero. Mi amor es incondicional. Quiero abrazarles, besarles, quiero que montemos todos una gran orgía. Esto es una montaña rusa. Si alguien se baja del barco, sube otro. No les conozco pero también les quiero.

Hay momentos en los que se me olvida que no sólo estoy produciendo un corto, también estoy tratando de contar una historia. Luego la gente ve los cortos y les gustan o no. Los ponen a parir o no. Les divirtien o les dejan indiferentes. Hacemos esto para que otros que no saben cómo se hacen lo vean, eso está claro, pero también lo hacemos porque nos gusta hacerlos. No sólo verlos, que sí, sino también hacerlos. Echaba de menos odiar los rodajes. Echaba de menos que se cayera todo, y echaba de menos reconstruirlo. Son dos días de rodaje. Dos días de mierda. Tanta mierda de blog, tanta mierda de montaña rusa de sentimientos para dos días. Nos volvemos locos. Soy un niño. Inmenso mundo este. Se entiende muy bien cuando una película es inmensa para el propio director, y cuando no lo es. Y cuanto más inmensa parece, surgen las ideas, y una imagen nos hace gracia a Paco y a mí. Esta imagen. Un estatuilla de plástico que encontramos en una de las habitaciones de la casa.


Pero también, sin ninguna duda, me hace gracia esta otra.

No, no, la cruz estaba ya puesta cuando entramos, y va fuera. Nuestra historia respeta a los creyentes, que viene el Papa en agosto y yo quiero recibirle con los brazos abiertos, sin provocaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario