jueves, 3 de marzo de 2011

La familia con la que pasé mi última Navidad.



Han pasado exactamente cuatro días desde que terminamos de rodar Son los padres. Vaya Cuaderno de rodaje de mierda que he hecho que ni si quiera he escrito mientras rodaba, y además he tardado cuatro días en actualizarlo. Bueno yo que sé, total si todos los que han leído esto o son colegas o han estado en el propio rodaje.

La única verdad es la siguiente: No he escrito nada porque no se me ocurría nada que estuviera a la altura de la experiencia que acaba de vivir. Si daba las gracias, nunca hubiera sido lo suficientemente elocuente como para demostrar el agradecimiento que siento. Si hubiera hablado de lo que quería contar con todo esto y cómo me siento después de haberlo parido junto a mi equipo, me hubiera vuelto pedante, melancólico, y desde luego, bastante ridículo, porque es que han sido dos días de rodaje y ahora que ha pasado me siento vacío, alejado de todo, y un poco perdido.

El rodaje ha sido perfecto. No se podría describir de otra manera.

Font y María, dos personas excepcionales que tomaron este proyecto con mucha naturalidad y una cercanía de las que a mí me gustan, en seguida encontraron la química que necesitaban y se pusieron a improvisar. Me quedo con sus sonrisas, sus abrazos, y el buen rollo que transmitieron a todo el equipo. En ningún momento sentí la típica incomodidad de pensar “¿Está el actor incómodo?”. Eso, no os lo voy a negar, me dio la vida.

Y así fluyeron las cosas. El plan se hizo casi a raja tabla y sólo perdimos un plano. Un plano que nunca quise, que hubiera nacido enfermo y que hubiera muerto en la incubadora del Final Cut. Qué coño, pudimos hasta inventarnos planos. Planos muy bonitos. Mimamos los encuadres y lo hicimos sin prisa pero sin pausa. Creo que todo el mundo fue bastante feliz. La gente iba y venía, se reía y se alimentaba bastante bien gracias a una persona que además de darme a mí la vida también nos dio a todos de comer. Estuve rodeado de algunas de las personas que más quiero en este mundo y además conocí a nuevos fichajes de este corazoncito que pone bolsas de plástico pero no rechaza el contacto de los besos y los abrazos. Creo que di muchos abrazos. Demasiados a lo mejor. Lo hacía cuando quería un poquito de seguridad. A veces no bastaba con verles moverse alrededor, a veces hacía falta tocarles un poquito.

Daniel Romero, Francisco Morales, Juan Carlos Moro, Ana Romero, David G. Llarena, Pedro Ortega, Joseba Jáuregui, Almudena Gil, Jesús Elorriaga, Diego Sacristán, Estrella Corral, Antonela Bertona, Lidia Pérez, Javier Ocampos, Amaia Guzman y su perro Lobo (quién dijo que no a los niños y a los perros), mis amigos del alma Robert Álvarez, Marta Mulas, Fernando Elola, Raúl Jaen, Lara Sanchez, Miguel Ángel Roco, Raúl Pérez, Eva Velasco, Carlos Mora, Ana López, Noemí y mi primita, que me salvaron el culo aunque no pudieron estar ahí...



Gracias por levantar este proyecto conmigo. Con todos los cortos pasa lo mismo. Parece que aprendes lo que no has aprendido en toda tu puta vida. Eso es gracias a la gente. Me habéis sacado de mi cabecita y habéis desnudado mi historia. Le queda poquito, o eso espero, para que sea independiente, para que se me escape ella solita y ya no sea nunca más mía, sino solo de ella misma. Sois gente muy brillante. No quiero exagerarlo hasta que parezca un tópico. Sólo vosotros sabéis hasta qué punto este corto no existiría sin vosotros. No, no, no estoy exagerando. Que estoy muy agradecido coño, de verdad.

Víctor. De él me gustaría hablar más adelante. Se merece un capítulo aparte. Víctor y sus padres. Todavía no soy consciente de la suerte que he tenido. La mamá de Víctor dice que cuando se levantó el lunes para ir al cole le preguntó “Mamá, ¿hoy también vamos a la casa esa grande donde me lo pasé tan bien?”. Victor, cómo nos lo pasamos haciendo cine.

Yo también soy un niño haciendo cine.

No hay comentarios:

Publicar un comentario